domingo, 25 de mayo de 2014

Ya no estás

Cuando te sueño te añoro,
cuando te sueño te pierdo.
Cuando despierto aún sueño
que estás a mi lado,
que nunca te fuiste.
Abro los ojos y ahí estás,
ausente.

viernes, 23 de mayo de 2014

Pecados


   No hay peor verdugo que uno mismo, sobre todo si tienes muchos pecados por expiar.

martes, 13 de mayo de 2014

A contracorriente

   Nadó contracorriente y pudo llegar a la orilla sano y salvo.
   Otros lo habían intentado antes y perecieron en el intento.
   No sabía que su éxito sería el precursor del nacimiento de otros que nadarían a contracorriente con el riesgo de morir ahogados.

   Merecía la pena intentarlo.

domingo, 4 de mayo de 2014

Mi pueblo

    El viaje va a ser largo y pesado, pero vale la pena.
    Montado en el tren la memoria me lleva a mi niñez, a esos dulces años. Ahora, ya adulto, quiero revivir mi infancia y eso me lleva regresar al lugar que me vio crecer.
    Cuando era pequeño, aunque era feliz, soñaba ser mayor e irme de allí. Menuda estupidez. No sabía lo mucho que iba a echar de menos todo aquello.
    Respirar aire puro de nuevo y ver esos paisajes me dan esperanzas para curar esta ansiedad que no me abandona. Necesito abandonar esta vida que hasta ahora he tenido, necesito vivir.
    Os preguntaréis de qué viviré allí. También me lo he preguntado, pero ahora no me importa. Allí tengo una casa, que ahora está abandonada. Tenía un pequeño huerto. Viviré de él, o eso espero.
    Ya falta menos.
    Ya he llegado. No reconozco nada de lo que estoy viendo. ¿Dónde está la iglesia?¿Y la plaza donde tantas veces he jugado?¿ Me habré bajado del tren antes de tiempo?
    Nada es como antes. Han pasado treinta años y lo único que veo son calles asfaltadas y tiendas. Este ya no es mi pueblo, ni siquiera su reflejo.


    La ansiedad me persigue.

viernes, 2 de mayo de 2014

Otro lugar



   Cuando cierro los ojos la veo esperando en el andén del tren, con su abrigo a cuadros y su maleta marrón. Si me esfuerzo un poco puede definir bien su cara: piel pálida, pero no enfermiza, unos ojos grandes y marrones, color miel y unos labios carnosos, pero siempre temblorosos, como si estuviera a punto de llorar.
   Ese día me estaba esperando y no fui lo bastante fuerte para salir a su encuentro. Fui un cobarde. No estaba preparado para partir a otro lugar, el que habíamos decidido para empezar juntos una nueva vida.
   Mientras la miraba, sin que ella lo supiera, me di cuenta que ella se iría con o sin mí. Estaba dispuesta a marcharse lejos de este pueblo que la ahogaba.
   Todos los días la recuerdo, cuando cierro los ojos. Y, cuando me vence el sueño, estoy con ella en ese lugar. Y soy feliz.

Adulto


   Los adultos ya no vemos hadas. Los adultos ya no soñamos. Sólo vivimos.