viernes, 26 de septiembre de 2014

Melancolía

Echaré de menos sus risas, sus abrazos, sus besos,...
Echaré de menos el amor que sin decir me lo demuestran.
Echaré de menos tantas cosas...

Echaré de menos la vida.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Vida de un perro





   Todo fue cuestión de un día. Nada fue programado. Surgió sin más.
   La vi en una esquina y fue un flechazo mutuo. Se acercó a mí y me miró con esos ojos tan profundos y claros, destilaban bondad.
   La vida me cambió desde el día que la conocí. Me arrojaron desde un coche en marcha y tuve la suerte de no ser atropellado. Pude guarecerme de la lluvia bajo un árbol. Fui deambulando hasta llegar a la ciudad. Allí es donde la encontré.
   Desde ese día estamos juntos y no pienso separarme de ella hasta que, como dicen los humanos, la muerte nos separe.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Un futuro mejor

   Todos los demás se fueron, abandonaron sus sueños sin mirar atrás. Yo me resistía a hacerlo.
   Quería vivir en mi país y si eso incluía el ser un rebelde así sería.
   Quería un futuro mejor para mis hijos, un futuro sin temor ni represiones, un futuro donde pudiera mirar a los ojos de la gente y no viera en ellos miedo y angustia.
   Estoy seguro que hay muchos igual que yo y que si unimos nuestras fuerzas podemos derrocar al gigante, igual que hizo David con Goliath. Ahora mi tesón es encontrarlos y hacer un frente en común para que se nos oiga. Nos buscarás y nos distinguirás al momento porque andamos con la cabeza erguida, sin temor, pero con la prudencia de no hacernos destacar demasiado entre los demás.

   Algún día todo esto habrá sido una pesadilla y como tal, al despertar se desvanecerá.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Las estaciones

   Verano.
   Me angustiaba la sensación de tamaño calor.
   No soportaba que me tocara. Ardía. Y yo, helada. El fuego y el hielo. Aún así, nos amábamos. Él ansiaba el frescor de mi cuerpo y a mí me gustaba que me deseara. Mi egoísmo a veces no me permitía demostrarle todo mi amor. No soportaba el calor.
   Invierno.
   Yo buscaba su calor y él, generoso, me lo ofrecía sin pedir nada a cambio. Notaba que se estremecía con mi gélido cuerpo, pero aguantaba esa sensación sólo por estar a mi lado. Amor en estado puro.


   Ya, de mayores, su fuego se fue apagando, pero yo aún conservaba esa gelidez. El verano se llevaba mucho mejor y el invierno lo calentábamos con nuestro deseo. Y siempre que fallaba el deseo se podía solucionar todo con una buena manta, acurrucados, abrazados.