sábado, 6 de septiembre de 2014

Las estaciones

   Verano.
   Me angustiaba la sensación de tamaño calor.
   No soportaba que me tocara. Ardía. Y yo, helada. El fuego y el hielo. Aún así, nos amábamos. Él ansiaba el frescor de mi cuerpo y a mí me gustaba que me deseara. Mi egoísmo a veces no me permitía demostrarle todo mi amor. No soportaba el calor.
   Invierno.
   Yo buscaba su calor y él, generoso, me lo ofrecía sin pedir nada a cambio. Notaba que se estremecía con mi gélido cuerpo, pero aguantaba esa sensación sólo por estar a mi lado. Amor en estado puro.


   Ya, de mayores, su fuego se fue apagando, pero yo aún conservaba esa gelidez. El verano se llevaba mucho mejor y el invierno lo calentábamos con nuestro deseo. Y siempre que fallaba el deseo se podía solucionar todo con una buena manta, acurrucados, abrazados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario