La vi en una
esquina y fue un flechazo mutuo. Se acercó a mí y me miró con esos
ojos tan profundos y claros, destilaban bondad.
La vida me cambió
desde el día que la conocí. Me arrojaron desde un coche en marcha y
tuve la suerte de no ser atropellado. Pude guarecerme de la lluvia
bajo un árbol. Fui deambulando hasta llegar a la ciudad. Allí es
donde la encontré.
Desde ese día
estamos juntos y no pienso separarme de ella hasta que, como dicen
los humanos, la muerte nos separe.
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