viernes, 24 de octubre de 2014

Por la noche

     En el silencio de la noche, cuando todo el mundo duerme, es cuando puedo oírlos.
     Oigo los sueños. Cuando son placenteros es como una suave música, pero cuando son pesadillas el sonido es insoportable.

     Ya aprendí a no escuchar los míos, porque, aunque no lo creáis, oigo mis propios sueños y hace tiempo que no son nada placenteros. Por eso escucho los de mis hijos. Me ayudan a dormir. No hay nada mejor que un ser puro para tener un sueño reparador

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