Encefalograma plano. Ninguna
actividad cerebral. Eso es lo que diagnosticaron los doctores y
comentaron a sus familiares.
Él, en su sueño eterno, seguía
escribiendo. La musa no le había abandonado.
Qué más da lo que dijeran los
expertos en medicina si él era feliz, en su mundo. La única pena es
que ya no podía reflejar sus historias sobre un papel. Ahora solo
podía contarlas a los que le venían a visitar de vez en cuando, a
los de su misma condición.
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