domingo, 30 de marzo de 2014

Alzheimer

   Cada cierto tiempo hacía un esfuerzo por recordar, pero su memoria se estaba borrando. Se sentía como un disco duro al que estaban formateando.
   Ya no sabía el porqué de su existencia, ya no sabía el motivo de su letargo.
   Se daba cuenta de lo que le estaba sucediendo y eso le aterrorizaba porque perder la memoria para él era morir en vida.
   Decidió luchar contra esa enfermedad con todas sus fuerzas y lo primero que decidió hacer fue escribir sus memorias, con la ayuda de su familia, ya que había cosas de las que ya no se acordaba.
   También colaboró con sus médicos para encontrar un medio de enlentecer el proceso.
   Llegó el momento y la luz se apagó. Se miraba en el espejo y no reconocía a la persona que se reflejaba en él. Ni siquiera a sus hijos, a los que consideraba personas extrañas.
   Solo le ayudaba un cuaderno que tenía en su habitación. Más que un cuaderno era un libro mal encuadernado. Se sentía bien cuando lo leía, en paz consigo mismo, y no sabía el motivo. Solo que cuando lo leía sentía como si lo hubiera escrito él mismo.

   Relataba la historia de un hombre, desde su nacimiento hasta su muerte.

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